martes, 22 de marzo de 2011

UN ALINTO PARA EL NECESITADO

Sólo un momento, le tomó para comprender que los días pasaban sin hacer nada productivo, Diego estaba frente a  la ventana, con su mirada perdida en algún punto de la inmensidad, sus pensamientos revoloteaban sin detenerse, qué hacer, un mes sin trabajo y con los bolsillos detestosamente vacíos, los ahorros estaban bajando rápidamente, la comida y los gastos del hogar, qué terrible, cómo solventar, ninguna propuesta, nada, mil ideas y al final nada. Qué podía hacer Diego en ese momento, y como una inspiración, más que otra cosa, agarró un papel y la vieja máquina de escribir que lo ha acompañado desde que comenzó con su vocación, y escribió Un Aliento de Esperanza, por un momento fue feliz  y  vio que su vida aun continuaba, pues debía llegar al final de la historia.

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